Loss of Life es una joya, un álbum mucho mejor de lo que parece. MGMT no solo ha vuelto, sino que lo ha hecho en plena forma.
Comentaba en un artículo que no parecía que Loss of Life de MGMT fuese a ser como sus predecesores. Los primeros adelantos pintaban un álbum diferente a Oracular Spectacular, Congratulations, MGMT y Little Dark Age. En sentido estricto, la afirmación mantiene su vigencia, no obstante, no es descabellado comparar la solidez de Loss of Life con la de Congratulations o a nivel temático con Little Dark Age.
Como suele ser habitual con cada nuevo trabajo de MGMT, Loss of Life es una nueva reinvención, una nueva muestra para el catálogo sonoro del dúo estadounidense. Loss of Life es su disco más introspectivo y emocional hasta la fecha, con unas letras con mayor carga de profundidad, y una instrumentación que suena desnuda si la comparamos con las de sus antecesores. Este hecho ha provocado una enorme sorpresa entre los fans y también entre ciertos críticos, que mucho me temo no han terminado de entender el trabajo. A Camarón de la Isla le preguntaron una vez que qué tenía que decir ante las críticas que venía recibiendo La Leyenda del Tiempo, a lo que el genio de San Fernando respondió que lo que tenían que hacer los críticos era escuchar más veces el disco. Con Loss of Life tengo una impresión similar: tenéis que escucharlo más.
Una de mis grandes críticas a la cultura que producimos y consumimos actualemente es la enorme cantidad de bangers, alertas, alarmas, explosiones, brillos, trucos y fuegos artificiales que contiene. MGMT, con su primer álbum, contribuyeron en cierto modo a esa cultura. Era una psicodelia llena de efectos especiales, a veces tantos que no dejaban ver la auténtica naturaleza ácida de los temas. La madurez y buen sentido de la banda les ha permitido despegarse de ese modus operandi, sin embargo, el público general está acostumbrado a ver explosiones o sexo en la pantalla, a leer giros de guion marcianos, a escuchar ritmos machacones o bajos que se te meten en el pecho. Loss of Life no es nada de eso, es mucho mejor y más serio.
En donde sí que le tengo que dar la razón a los que han maltratado con sus comentarios al nuevo disco de MGMT es en lo relativo a la experimentación. Loss of Life carece de grandes himnos como los que nos encontramos en Little Dark Age y Oracular Spectacular, y tampoco explora territorios experimentales como sí que hicieron en Congratulations y MGMT. Escuchar un trabajo maduro era algo que quizás ni esperábamos ni queríamos de Andrew VanWyngarden y Ben Goldwasser, cuya base sonora para este LP parece ser la década de los ochenta. Además, también son lógicas y comprensibles las críticas que dicen que incluso algunas de las mejores canciones de Loss of Life caen en clichés que, si no interpretas con algo de humor -no todo el mundo lo tiene-, pueden resultarte chocantes.
Sentado lo anterior, Loss of Life es un álbum sólido como el granito que es recomendable escuchar en el orden que MGMT ha dispuesto. Amantes de lo aleatorio, no pulséis el botón de shuffle porque os vais a perder muchas cosas, dejad ese botón para otros discos. Como venía diciendo, la cohesión entre las canciones es una de las mejores que he tenido el placer de disfrutar en los últimos tiempos, siendo las transiciones elementos con valor propio. Loss of Life no es ni mucho menos una montaña rusa de emociones, pero sí que tiene un algo que hace que se te remueva ese otro algo.
Arranca el álbum por el final, por "Loss of Life (part 2)", un outro con aires de interludio que no es ni más ni menos que una lectura de un antiguo poema galés que se remonta al Libro de Taliesin, fechado en el siglo XIV. MGMT siempre ha tenido un reverso filosófico, no siempre en cuestiones profundísimas, pero sí que es una banda que ha planteado cuestiones que van desde el estilo de vida contemporáneo hasta la muerte. Y la muerte está muy presente en este caso. Aquí, el poeta Taliesin describe todas las cosas que ha visto y el conocimiento que ha adquirido, tanto en la vida como en la muerte, mientras MGMT nos sumerge en un mundo onírico que simplemente fluye. Un testamento sonoro.
"Mother Nature" le toma el relevo. La pista fue el primer sencillo lanzado y es la cuerda que nos permite escapar de la Little Dark Age. "Mother Nature" es una canción de sonido optimista, con esa guitarra acústica que suena cristalina y esos teclados que la envuelven de fondo. Ojo también a esas guitarras eléctricas que emergen en la segunda mitad, porque son de las mejores que nos ha dado la banda hasta ahora. Con ecos de britpop y un in crescendo final que la dotan de epicidad, "Mother Nature" es una gran canción tanto a nivel sonoro como lírico.
"Dancing in Babylon", por su parte, ha recibido críticas furibundas. El último single del LP es una colaboración con Christine and the Queens, una preciosa balada con ecos ochenteros que bien podrían haber firmado en su momento Roxy Music o los próceres de dicho sonido. La canción es un estupendo contrapunto dentro del disco y su serpenteante estructura logra que en ningún momento se vuelva demasiado aburrida. Y digo demasiado aburrida porque sí que cae en el defecto de ser demasiado larga. En el peor de los casos estamos ante un experimento no concluyente, aunque divertido.
Loss of Life necesita canciones como "Dancing in Babylon" para poder incluir otras como la depresiva "People in the Streets". Escasamente adornada para los estándares de la banda, "People in the Streets" suena desnuda, descarnada, sensación que aumenta con frases como "They're marching to the beat of a different drum / Going over receipts with a magnifier / The people in the streets aren't singing along / 'Cause they're probably sick and they're probably tired". ¿Un mal sueño?
Cierra la primera parte del disco la divertidísima "Bubblegum Dog", segundo adelanto de Loss of Life. La canción no es que excesivamente optimista y luminosa, pero fraseos que recuerdan al mejor y más surrealista Syd Barrett, tales como "Tenement homes built upon a fault line / Juvenile quetzal birds living in the coal mine / Manicured lawns / Tibetan straw men / Igneous basketballs drifting through the heavens", la dotan de un magnetismo especial. Estoy seguro de que incluso a los angloparlantes nativos les costaría recitar estas líneas. Volviendo sobre la canción, el tono grunge y las guitarras de rock de estadio, junto las microdosis de ácido que MGMT va soltando, hacen el resto.
Si cerrábamos la primera parte de Loss of Life con un single que cumple con las expectativas, arranca la segunda mitad del disco con otro: "Nothing to Declare". Antes de continuar, he de confesar que "Nothing to Declare" es mi canción favorita. A riesgo de ser un moñas, no puedo más que confesar que me parece preciosa, tanto en el apartado lírico como melódico y sonoro. Todavía no he llegado a quemarla con el modo repetición, pero poco debe faltarme. En "Nothing to Declare" encontramos una fórmula que puede ser similar a la de "Mother Nature", con una guitarra acústica que se hace dueña de la escena con unos arpegios de ensueño. Sin embargo, hay algo de progresivo en ella, en la manera en la que nuevos instrumentos se unen y juntan, en el modo en el que los arreglos van surgiendo hasta que la desnudez inicial se ve revestida por unos sencillos pero elegantes ropajes. Esta sensación se ve acompañada por otro premeditado in crescendo perfectamente apoyado por la percusión electrónica que no llega a explotar aumentando la sed de emociones del oyente. Esta sensación simplemente se ve apagada por un final que cae, no como un jarro de agua fría, pero sí templada. Mención aparte merecen las síncopas de "Nothing to Declare", breves momentos en los que el ritmo se rompe creando una extraña sensación interior. Permitidme que acabe esto citando mi estrofa favorita:
The world's my Fine de Claire
My Spanish castle in the sky
I can see it floating there
But still, there's nothing to define
"Nothing Changes" es una canción larguísima, la canción más larga de MGMT desde "Siberian Breaks", y aún así, en la era de la urgencia, vale la pena. "Nothing Changes" es de esas pistas que logran trascender. Cruda, acústica salvo por los escasos arreglos, la canción avanza inexorable como el tiempo mientras que sus letras evocan pasajes vitales duros y depresivos: "Then I could change and I wouldn't be here / Oh, when did all the gods deceive me? / I should change, I shouldn't be here / But nothing's gonna change, believe me / Believe me". Tras un pasaje instrumental "Nothing Changes" explota mientras suenan unas triunfantes trompetas para después apagarse con un "lalala" que, permitidme la broma, solo te firman los mejores Lori Meyers. Volviendo a la seriedad, esta estrofa está al alcance de muy pocos compositores:
Thrust the dagger into the night, valiant flailing
Sisyphean daily life, but endless straining
Fortify the curtain walls, but nothing's storming
Push the boulder off to the side
"Phradie's Song" toma el relevo ya metida de lleno en un mundo onírico. Tomo prestada y parafraseada una frase que he leído sobre ella que afirma que es como una nana con un instrumental totalmente psicodélico gracias a sus campanas (es necesario hacer un estudio serio sobre el uso de las campanas en la psicodelia), a la casi imperceptible percusión y a la suave guitarra. A nivel lírico, que la letra sea casi tan repetitiva como un mantra ayuda a que la sensación aumente. Asimismo, la interpretación vocal, apoyada a veces por voces femeninas, dan el definitivo golpe de efecto: estás soñando. Haciendo un análisis comparativo con la que será su sucesora en el tracklist, en "Phradie's Song" empiezas estando despierto, te duermes con la nana y entras en un sueño que va evolucionando. Porque los MGMT, buenos conocedores del mundo de los sueños -¿qué es un sueño sino un viaje mental?-, meten un cambio en el último tercio, como uno de esos sueños en los que te trasladas de una escena a otra sin darte cuenta. Syd Barrett en "Flaming" hizo algo parecido, porque además en "Phradie's Song" también se perciben momentos en los que el sueño podría tornarse en pesadilla sin que sepamos si esto al final ocurre.
Sin salir del mundo de los sueños, de "I Wish I Was Joking" puede decirse una canción depresiva que rompe con la paz que desprendía su predecesora. Quizás la emergente pesadilla de "Phradie's Song" sea esta "I Wish I Was Joking", que da un giro de tuerca más porque probablemente no estemos ante una pesadilla, sino ante la dura y pura realidad. Tampoco penséis que es una canción totalmente depresiva, o al menos carente de humor. Sus estrofas tienen un tono humorístico, valga como ejemplo la siguiente: "Nobody calls me / The gangster of love (gangster of love) / At six in the morning / A new day is dawning / I wish I was joking". ¿Pesadilla o realidad? Las risas enlatadas del final sirven para apoyar ambas teorías.
La función de MGMT se cierra con "Loss of Life", una canción que hubiese sido una gran introducción y que sorprendentemente es también un gran final. La pista continúa con el tono onírico de sus predecesores, y lanza un oscuro a la par que optimista mensaje:
But it's neither created nor destroyed
There's a way to quiet all the noise
'Cause it's only a different kind of gain
Even if your color fades awayWhen the world is born and life is ending
Then you learn to love your loss of life
When that moment comes and life is over
Anyone can love
Anyone can love
La melodía y su instrumentación subrayan el paisaje de ensueño, y además hacen algo más. Trasluce cierta oscuridad en ella, pero también la sensación de triunfo. Esto se ve claramente al final, donde parece que vamos a tener una gran explosión y, sin embargo, todo se acaba apagando. ¿Llegó la Parca? De Loss of Life, sí, aunque no del todo. Si activas el modo repetición verás que, tal y como dice su título "Loss of Life (part 2)" no es más que la continuación de "Loss of Life" y que, efectivamente, estamos ante la lectura de un testamento vital.
Por otro lado, y a modo de curiosidad, en esta crítica he puesto los vídeos de los singles justo antes de su análisis. Gracias a esta tontería puede verse sin necesidad de leer que la primera mitad del álbum ha dado más sencillos que la segunda. Ojo, esto no significa que la primera parte sea mejor que la segunda, sino que sus tonos y sus objetivos son diferentes. Para no salirme de los propios MGMT, en Oracular Spectacular ocurría algo parecido. La cara A era frenética, mientras que la B era más pausada y profunda. Aquí pasa lo mismo y, como ocurriera con la ópera prima de la banda, funciona a las mil maravillas. Primero te meten en su mundo y una vez te has acostumbrado, te dan un exhaustivo paseo por él, aunque dada la temática del LP quizás convenga decir paseíllo.
Como Jano, Loss of Life es capaz de mirar al pasado y al futuro mientras se asienta impasible en el presente. Aprovechando esta reflexión, voy a volver yo también sobre mis primeras palabras: Loss of Life es un álbum sólido y cohesionado, un disco que escuchado en orden, te remueve algo. En Antiphonas no somos de puntuar discos, pero de nuevo, regresando al pasado, no entiendo aquellas puntuaciones que bajan del notable.
Loss of Life es un disco que hay que escuchar, y si no te gusta, es porque no lo has escuchado lo suficiente. No sé cuánto tiempo nos va a tener MGMT sin nuevos trabajos, pero tengo la sensación de que en Loss of Life voy a tener un lugar donde resguardarme durante horas. No hay singles hechos para los adictos a los bangers, pero es que esto es música, papá.