Cuando el debut de tu banda favorita de entre las que has visto nacer cumple diez años, empiezas a plantearte cosas. ¿Qué son diez años? Lo cierto es que a estas alturas de la vida, no son nada y a la vez lo son todo. Siento vértigo porque el tiempo ha empezado a volar y lo que parece que pasó ayer, en realidad ocurrió hace un año. A veces desearía tener menos memoria y ser menos intenso. En todo caso, también es cierto que esta última década ha sido menos mala gracias a Sun Structures de Temples.
Voy a seguir hablando de mí, por lo que puedes saltarte este párrafo si lo único que te interesa es el análisis pretendidamente científico de la música. Hace ya más de una década descubrí a un grupillo (un cuarteto) que decía ser de Kettering (¿y eso dónde queda?) y que hacía una música que a mí me sonaba especial. A mi parecer, esos chavales no solo tenían buenas melodías y buenas letras, sino que tenían un sonido propio, un sonido que envolvía sus canciones.
“Shelter Song” (2013), fue su primer gran éxito y, a la postre, el único con mayúsculas de su carrera, el cual fue obviamente incluido en Sun Structures. “Shelter Song”, que abre el álbum a modo de declaración de intenciones, se construye sobre un sencillo riff (aunque contiene una nota disonante) que entrelaza con versos no menos sencillos. Esa aparente simpleza melódica y lírica, sin embargo, se ve complementada por una atmósfera especial creando un conjunto único y brillante.
Es verdad que “Shelter Song” se toca con una guitarra de doce cuerdas, la cual le da un toque especial, no obstante, si la tocas con una de seis, no pasa nada. “Eppur si muove” que diría Galileo Galilei (en caso de que hubiera pronunciado esta frase alguna vez). En realidad, su estructura no es tan sencilla, procedo a reproducirla a continuación:
- Estrofa 1
- Puente
- Estrofa 2
- Estribillo
- Estrofa 3
- Estribillo
Esta estructura no tiene ningún sentido, y a aun así, funciona. Y funciona porque uno no sabe qué esperar, porque Temples te introduce en la “twilight zone” y tu cerebro, que aunque no te enteres de ello, es capaz de reconocer patrones, se ve sorprendido por una pista esquiva. Añado algo más a este punto: es una pista esquiva, pero está perfectamente pensada y empaquetada. Es, en definitiva, una trampa para tus sentidos.
La melodía, que está en Mi (E), juega sobre todo con el La (A), haciendo un juego de cuartas y quintas que logra que suene bien. No obstante, la inclusión del Do (C) en el estribillo, le da una nota de atrevimiento, de sutil disonancia que concuerda perfectamente con esa nota del riff que también se escapa a las matemáticas de la música.
Por otro lado, la letra refleja una relación (originalmente iba a titularse “Song for Thee”), entremezcla pasajes de bohemio amor juvenil con otros más cálidos y ácidos. El resultado de esta fórmula es una bruma de misterio que invita a la interpretación. Es un amor explícito y sugerente, sí, pero está enmascarado para no ser un amor personalísimo.
En última instancia, el sonido de la canción tiende al conocido como wall of sound. La sencilla instrumentación (un par de guitarras, un bajo y una batería) acaban haciéndose con todo el espectro sonoro y superponiéndose en una niebla que, si bien no llega la densidad de la del shoegaze, sí que es protagonista en la canción (y en el sonido de Temples en general).
“Shelter Song” tiene todos los ingredientes para ser una gran canción y así ha sido considerada. Si a este hecho le sumamos que cuando fue compuesta ya estaba pasada de moda (en la segunda mitad de los sesenta sí que lo hubiese petado), obtenemos como resultado una canción eterna y que, en el mejor de los casos, volverá a ponerse en un tercer o segundo plano si la psicodelia recupera terreno en la escena musical anglosajona y de rebote en la hispana.
Lo cierto es que abrir Sun Structures, tu álbum de debut, con tu mejor single es cuanto menos atrevido. No obstante, la decisión funcionó, porque el resto del disco es plenamente sólido y tiene otros momentos destacados los cuales analizaremos en siguientes episodios.