Crítica: Billie Eilish - Hit Me Hard And Soft

Billie Eilish, una de las figuras más prominentes de la música pop de esta generación, ha lanzado su tercer álbum, Hit Me Hard and Soft, una obra que desafortunadamente no alcanza las expectativas generadas por sus trabajos anteriores. Aunque Eilish muestra una evolución en su narrativa y una clara madurez en su composición, la producción y la ejecución de las canciones a menudo se quedan cortas, resultando en un disco que no logra mantener el interés a lo largo de sus diez pistas.

Desde la apertura con "Skinny", se percibe un intento de Billie por profundizar en temas más personales y vulnerables. La canción, con su instrumentación minimalista y su letra introspectiva, promete una experiencia rica en emociones. Sin embargo, esta promesa se ve diluida por la falta de cohesión y la sensación de que algunas ideas no están completamente desarrolladas.

"Lunch" es un ejemplo de esto. Aunque es una pista divertida y pegajosa, con un ritmo indie-pop que inicialmente atrae, su repetición revela una falta de profundidad que la hace perder su encanto rápidamente. La canción destaca por su apertura sobre la sexualidad de Billie, un tema que se aborda con franqueza y frescura, pero que se ve opacado por una producción genérica y poco memorable.

"L'amour de ma vie" intenta llevar a Billie por una ruta más experimental con voces distorsionadas y sintetizadores punchy, pero la ejecución falla en crear una transición cohesiva, dejando una sensación de desconexión. Esta pista, aunque destacable por su ambición, se siente forzada y desarticulada en el contexto del álbum.

Instrumentalmente, el álbum presenta algunos de los momentos más complejos y elaborados de Billie, pero estos son escasos. Canciones como "Birds of a Feather" y "The Greatest" muestran un enfoque más sincero y directo, pero no logran escapar de los clichés del pop amoroso y desgarrador, lo que les resta impacto. La primera parte de "L'amour de ma vie" es un buen ejemplo de una canción que comienza prometedora pero se ve arruinada por una producción excesivamente recargada y un autotune innecesario.

Un punto a favor del álbum es la habilidad de Billie para explorar nuevas facetas vocales y emocionales. "Chihiro", inspirada en El viaje de Chihiro de Hayao Miyazaki, es una de las pistas más logradas, con una producción que incluye sintetizadores expansivos y una línea de bajo contagiosa. La interpretación vocal de Billie en esta canción destaca, mostrando su rango y agilidad.

Sin embargo, canciones como "The Diner", con su temática de stalker y su producción cabaret, se sienten fuera de lugar y no aportan al conjunto del álbum. Esta desconexión entre las pistas es un problema recurrente en Hit Me Hard and Soft, haciendo que el álbum se sienta más como una colección de canciones individuales que como una obra cohesiva.

"Blue", el cierre del álbum, intenta recuperar algo de cohesión con una estructura que referencia temas de canciones anteriores, pero incluso esta se siente insuficiente para atar todos los cabos sueltos. La canción pasa por varias fases, desde una sección de piano minimalista hasta una parte más pesada en bajo y vocoder, antes de concluir con un violín que intenta dar un cierre emotivo.

A pesar de algunos momentos brillantes, Hit Me Hard and Soft es un álbum que carece de la frescura y el impacto de los trabajos anteriores de Billie Eilish. La producción a menudo interfiere con las letras y las interpretaciones, y la falta de cohesión hace que el álbum no logre mantener el interés a lo largo de sus diez pistas. Billie Eilish sigue siendo una artista con un enorme potencial, pero este álbum demuestra que todavía está buscando la forma de equilibrar su visión artística con una ejecución que mantenga el interés del oyente.