Eye to the Ear de Cosmo Sheldrake es una celebración de la belleza, una invitación a que nos sumerjamos en lo más hondo de nuestras almas.
Cosmo Sheldrake ha vuelto con Eye to the Ear, un álbum que ha logrado cautivar tanto a críticos como a fans. Eye to the Ear es un trabajo que funciona como homenaje sonoro a la naturaleza, siendo un mosaico donde cada pieza tiene vida propia y, al mismo tiempo, formando parte de un todo coherente. Como seguidora de Sheldrake desde hace años, puedo decir que este disco no solo ha cumplido con las expectativas, sino que las ha superado.
Recuerdo la primera vez que escuché a Cosmo Sheldrake. Era una tarde de otoño y estaba trasteando con el ordenador. Los sonidos de una de sus primeras canciones, "The Moss", se entrelazaban con los murmullos del viento tras la ventana. Desde ese momento, supe que había encontrado a un artista que podía transformar cualquier paseo cotidiano en una experiencia mágica. Con Eye to the Ear, Sheldrake ha llevado esa magia a nuevas alturas.
El álbum abre con "Gnort or Gnortle", una pieza que combina gruñidos y florituras de madera, sumergiéndonos inmediatamente en un paisaje sonoro que es a la vez familiar y extraterrestre. La versatilidad de Sheldrake es evidente en cada pista, desde las armonías vocales no acompañadas de "The Feet Are The Link" hasta los coros de pájaros en "Numinous". Cada canción es una exploración de los límites entre lo humano y lo más-que-humano, un recordatorio constante de la riqueza del mundo natural.
Lo que distingue a este álbum es su capacidad para fusionar lo orgánico con lo electrónico de una manera que se siente tanto nostálgica como futurista. "Stop The Music" es un claro ejemplo de esto, con sus ritmos pegajosos y voces encantadoras que te invitan a detenerte y escuchar. Es una pista que ha acumulado millones de reproducciones en poco tiempo, y no es difícil ver por qué. La canción final, "Does the Swallow Dream of Flying", cierra el álbum con una nota de contemplación serena, preguntándose si las golondrinas sueñan con volar mientras duermen.
La influencia de la familia de Sheldrake es palpable en este trabajo. Su madre, Jill Purce, es una reconocida profesora de canto y su padre, Rupert Sheldrake, un biólogo famoso por sus extravagantes teorías. Esta mezcla de arte y ciencia ha moldeado profundamente su enfoque musical. Creciendo, Cosmo era a menudo un conejillo de indias en los experimentos de su padre y esto se refleja en su capacidad para combinar la rigurosidad científica con la creatividad artística. No es sorprendente que haya colaborado con su hermano Merlin, un biólogo especializado en hongos, en la canción "Lichens", cuyos derechos de publicación se destinan en parte a la Fundación Fungi.
Además de su conexión con la naturaleza, Eye to the Ear también destaca por su compromiso con la conservación de esta. Sheldrake ha asignado un porcentaje de las regalías del álbum a varias organizaciones benéficas, incluyendo EarthPercent y la Real Sociedad para la Protección de las Aves. Esta dedicación a la causa ambiental añade una capa adicional de profundidad a su música, convirtiéndola en una herramienta tanto de disfrute como de concienciación.
Hay algo profundamente conmovedor en la manera en que Sheldrake utiliza los sonidos de la naturaleza para crear música. En "Old Ocean", por ejemplo, mezcla grabaciones de ballenas con órganos y percusión para crear una balada marina que evoca la vastedad y la belleza del océano. Este enfoque no es solo una elección estilística, sino una declaración de amor a nuestro planeta y un llamado a protegerlo.
El álbum es largo, con 21 pistas, pero nunca suena tedioso o aburrido. Cada canción es una aventura, un viaje a través de diferentes ecosistemas y paisajes sonoros. La variedad de instrumentos utilizados, desde flautas y trombones hasta sintetizadores y grabaciones de campo, crea una textura rica y dinámica que mantiene al oyente enganchado de principio a fin. Incluso los momentos más tranquilos, como en "Marvellous Clouds", están llenos de pequeños detalles que recompensan la escucha atenta y pausada.
Una de las críticas más comunes es que los vocales a veces pueden ser demasiado brillantes, pero esto apenas resta valor a la experiencia global del álbum. De hecho, es esta luminosidad la que a menudo contrasta maravillosamente con los sonidos más oscuros y orgánicos del fondo, creando una paradoja sonora que es tanto encantadora como intrigante.
Siendo honesta, Eye to the Ear es una obra maestra que destaca no solo por su audacia experimental sino también por su capacidad para conectar emocionalmente con el oyente. Es la enésima prueba del talento de Cosmo Sheldrake y de su visión única de la música, un álbum que es tanto como una meditación sobre la naturaleza como una celebración de su belleza. Sin duda, un disco que no solo merece ser escuchado, sino también sentido. ¿Quién hubiera pensado que las ranas, los pájaros y las ballenas podrían hacer música tan hermosa?