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Crítica: Deep Purple - =1

Lo último de Deep Purple es un disco aceptable. =1 no es ninguna revolución ni está al nivel del nombre de la banda, pero tampoco está tan mal.

Íñigo Arista
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20 de julio de 2024
Deep Purple =1

En un universo donde las leyendas del rock suelen desvanecerse en la bruma del olvido, Deep Purple se yergue como un faro inquebrantable, resplandeciente a través de seis décadas tumultuosas. En su vigésimo tercer álbum, el enigmáticamente titulado =1, la banda británica nos recuerda por qué siguen siendo una fuerza a tener en cuenta, incluso cuando los miembros originales están al borde de sus ochenta años. ¿Pero es este nuevo trabajo un estandarte digno de su legado o un simple eco de glorias pasadas?

La alineación actual de Deep Purple presenta a Ian Gillan, Roger Glover e Ian Paice, tres quintos de su icónica formación Mark II, con Don Airey en los teclados y el recién llegado Simon McBride en la guitarra. McBride, con su energía juvenil, aporta una frescura que, aunque no alcanza la majestuosidad de Ritchie Blackmore, ofrece un vigor renovado y unas cuerdas que vibran con intensidad. Airey, por su parte, mantiene la llama del sonido distintivo de la banda, tejiendo líneas de teclado que evocan los días gloriosos de Jon Lord.

El disco abre con "Show Me", un corte que despliega un rock directo y robusto, sin demasiadas florituras, recordándonos que Deep Purple aún puede rugir con fuerza. Sin embargo, uno no puede evitar notar que la banda evita riesgos significativos, prefiriendo moverse en terrenos seguros, replicando fórmulas que les han funcionado bien en el pasado reciente.

"Portable Door", el primer sencillo, nos transporta a un pasado glorioso, con un aire reminiscente de "Black Night" y "Strange Kind of Woman". Es una pieza que, aunque carece del frenesí de antaño, aún logra capturar la esencia del shuffle característico de la banda. Airey y McBride se baten en un duelo musical que, si bien no alcanza la magia de los enfrentamientos entre Blackmore y Lord, sí que muestra un respeto reverencial por esos duelos legendarios.

El álbum también incluye "Lazy Sod", un tema inspirado por la revelación de Gillan de que Dolly Parton ha escrito más de 5000 canciones en su carrera. Aquí, Gillan reflexiona sobre la creciente amenaza del cambio climático con una mezcla de humor y resignación. A pesar de que su voz ya no alcanza los registros agudos que una vez dominaron los escenarios, mantiene un timbre rico y una entrega cargada de ironía y carisma.

Por otro lado, "Sharp Shooter" y "Old-Fangled Thing" destacan por su energía y la interacción entre guitarra y teclado que los fanáticos de Deep Purple tanto aprecian. McBride, con su juventud relativa, imprime riffs potentes y solos que, aunque no innovadores, logran mantener viva la chispa que caracteriza a la banda.

Sin embargo, no todo en =1 es pura energía. La balada "If I Were You" muestra un lado más melódico y contenido de Deep Purple, con Gillan ofreciendo una interpretación vocal emotiva respaldada por un solo de guitarra que, aunque no espectacular, añade un toque de sutileza a la pieza. "Pictures of You", por su parte, captura el groove clásico de la banda con una estructura y un sonido que evocan sus mejores años, pero adaptados a una producción más moderna y pulida.

A pesar de estos puntos altos, el álbum no está exento de debilidades. La segunda mitad del disco se siente un tanto pesada y podría beneficiarse de una edición más concisa. Canciones como "No Money to Burn", aunque potentes, no logran mantener el mismo nivel de interés y frescura que los cortes iniciales.

Bob Ezrin, quien lleva trabajando con la banda desde 2013 al mando de la producción, consigue mantener el sonido nítido y cohesionado, sin embargo, su trabajo no oculta el hecho de que por momentos, =1 parece más una celebración y autohomenaje de lo que fue que una demostración de lo que todavía podría ser.

¿Es =1 un disco que redefine la trayectoria de Deep Purple? Difícilmente. Sin embargo, ofrece suficientes destellos de brillantez y momentos de nostalgia que, aunque no alcanzan la cumbre de sus obras maestras, satisfarán a los seguidores de siempre. En resumen, =1 es un tributo sólido a una carrera ilustre, un recordatorio de que, incluso en su ocaso, Deep Purple aún puede crear música que suena auténtica y que por momentos destila pasión. ¿Vale la pena escucharlo? Sin duda, pero con expectativas moderadas, ya no estamos en los 70.

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