El dúo sueco GHLOW ha arrancado 2024 con Levitate un sugerente álbum que va más allá del punk considerado como tradicional.
En las profundidades del crisol musical sueco, donde el frío nórdico se encuentra con el ardor creativo, surge Levitate, el segundo álbum de GHLOW, una obra que encapsula la urgencia, el desasosiego y la audaz experimentación sonora. Este álbum, rebosante de disonancias desgarradoras y vocales monótonas que penetran el alma, marca un hito en la trayectoria del dúo de Estocolmo, compuesto por Emille de Blanche y Nikolay Evdokimov, quienes juntos tejen una narrativa musical que es tanto un grito de batalla como una meditación introspectiva.
Desde el primer acorde de "Big City", la pista que inaugura el álbum, GHLOW nos arrastra a un viaje donde el punk postmoderno choca con el arte sonoro, desencadenando una explosión de sonido que retiene la esencia cruda y corrosiva de actos tan diversos como Curve, NIN, Raveonettes y Savages. La voz comandante de De Blanche, cargada de ansiedad y presagio, se entrelaza con la tormenta de riffs crujientes, grooves sigilosos y ritmos contundentes de Evdokimov, creando una experiencia auditiva que es tan cohesiva como electrizante.
Levitate es, en esencia, un ejercicio de autenticidad, una negación a plegarse ante las etiquetas críticas que buscan confinar su sonido a nichos y géneros predeterminados. Es una declaración de independencia artística, un viaje a través del caos guitarrístico impregnado de pintura neón, líquido para encendedores y sangre. Cada pista, desde la frenética "Lost My Mind" con su híbrido de indie rock y shoegaze, hasta la más introspectiva "Slide", revela capas de reflexión sorprendentemente tiernas, tal vez magulladas por la realidad que los rodea.
La producción pulida del álbum resalta los espacios intrincados entre sus partes móviles, especialmente en pistas como "Levitate", donde la artesanía sonora cobra vida, y "Bring it Down", que con sus tambores brutalistas nos sumerge en una dimensión casi tangible de resonancia y rebote. Sin embargo, es en "Dust" donde la línea de bajo penetrante nos hechiza, presionando contra nuestro cráneo con la delicadeza de dedos hundiéndose en un manjar.
La segunda mitad del álbum, aunque desigual, no deja de sorprender. "Golden" irrumpe en escena como un clásico punk nihilista fuera de control, dejando tras de sí un rastro de destrucción flamígera, mientras que "Radiate" y "Tricky" juegan con ritmos contundentes y sintetizadores zumbantes, mostrando la versatilidad de GHLOW para transitar entre la furia y la reflexión. La pista "Slide" se presenta como un respiro más aireado y sintético, donde los ritmos contrapuestos actúan como andamiaje para los vocales más suaves de De Blanche, ofreciendo un contrapunto necesario al vendaval sonoro que lo precede.
Sin embargo, es en "Sparks" donde Levitate nos ofrece su adiós, en un modo más sutil y contenido, con beats afilados y líneas de bajo retumbantes que prometen elevarse hacia un himno monumental, pero que, en cambio, se desvanecen en la nada. Este final, inesperadamente apacible, contrasta con la energía desbordante del resto del álbum, dejándonos en una especie de limbo emocional, reflexionando sobre la dualidad inherente a la música de GHLOW: su capacidad para conmocionar y consolar, para desafiar y acoger.
Levitate es una inmersión en las profundidades de la psique musical de GHLOW, donde el caos y la calma coexisten, donde la urgencia y la introspección se entrelazan. A través de este viaje, GHLOW no solo solidifica su posición en el panorama musical sueco sino que también nos invita a reconsiderar nuestras propias percepciones de lo que debería ser la música punk en el siglo XXI. Es una oda a la exploración sonora sin restricciones y, en última instancia, un recordatorio de que en la cacofonía de la vida, hay momentos de sublime belleza que emergen del ruido, esperando ser descubiertos.
