A La Sala, el esperado nuevo álbum de Khruangbin, ya ha visto la luz. Lleno de buenas ideas, falla en los desarrollos y en la ejecución.
El álbum A La Sala de Khruangbin, supone ya su cuarto álbum de estudio y marca un retorno a sus raíces después de una fase de experimentación y colaboración. Este cuarto proyecto se distingue por una producción nítida que pone en relieve la precisión del baterista Donald "DJ" Johnson y la fuerza vital del bajo de Laura Lee Ochoa, mientras que las melodías de la guitarra de Mark Speer sirven casi como la voz de la banda. A pesar de este refinamiento sonoro, el álbum adolece de sus defectos, siendo los más evidentes la falta de una sustancia auténtica que lo sostente, además de una cierta ausencia de frescura y originalidad. Esto hace que escuchemos A La Sala deslizándose hacia la monotonía por momentos, no logrando así captar plenamente la atención del oyente y dejando un regusto amargo entre lo que es y lo que pudo ser.
Por un lado, temas como "May Ninth" y "Todavía Viva" ofrecen destellos de innovación, combinando líneas de guitarra etéreas con vocales emotivos que añaden una profundidad emocional que a menudo falta en las pistas instrumentales. "Hold Me Up (Thank You)", en particular, sobresale por su gancho vocal memorable y su fondo de sintetizador suave. Sin embargo, estas joyas son excepciones en un álbum que predominantemente parece conformarse con ser música de fondo, con pistas que, aunque técnicamente impecables, tienden a sentirse repetitivas y carentes de momentos verdaderamente destacados.
Entiendo que este texto se sale un poco de lo que vienen diciendo los profesionales de la industria sobre A La Sala. Así, buena parte de la crítica ha señalado al álbum como uno de los grandes acontecimientos del año, no obstante dudo que muchos nos vayamos a acordar del disco en unos meses. Ni qué decir que vayamos a seguir escuchándolo al completo. Mientras canciones como "Pom Pón" revitalizan el disco con su estructura pop y una riff picante, y "Juegos y Nubes" intentan ser un tributo a los precursores del funk psicodélico, el álbum en su conjunto sufre de un exceso de familiaridad y una inclinación hacia lo seguro. "Caja de la Sala" y "Three from Two" han sido particularmente criticadas por su enfoque genérico, sugiriendo una falta de esfuerzo para desafiar las expectativas o innovar dentro de su propio estilo. Aunque "Les Petits Gris" logra ofrecer una nueva dimensión con sus acordes de piano minimalistas y evocadores, esta pista es más una excepción que una norma dentro del álbum.
La intención del álbum de ser una "vuelta a la sala", un espacio de reunión y creatividad, se ve socavada por una tendencia a lo predecible. Aunque la producción destaca por su limpieza y la ejecución instrumental es indudablemente hábil, A La Sala se queda corto en ofrecer una experiencia auditiva que mantenga al oyente comprometido de principio a fin. En su lugar, nos encontramos con una aproximación conservadora, que si bien produce momentos de placer auditivo, falla en dejar una impresión duradera o en marcar un progreso significativo en la evolución sonora de la banda.
A La Sala de Khruangbin se sitúa en un punto intermedio dentro de la amplia gama de discos que tenemos disponibles en la no menos amplia gama de servicios de escucha, un punto donde su refinamiento técnico y momentos esporádicos de brillantez no logran compensar completamente su falta de audacia y novedad. Mientras que el álbum contiene pistas que serán apreciadas por los seguidores a largo plazo de la banda, su enfoque seguro y su falta de variedad y profundidad emocional limitan su capacidad para atraer a nuevos oyentes o aportar algo nuevo al paisaje musical. N obstante, sería injusto no reconocer el intento de Khruangbin de regresar a sus raíces y purificar su sonido, y es que A La Sala ilustra los desafíos de equilibrar la cohesión estilística con la necesidad de innovación y crecimiento artístico.