Después de varios años de proyectos dispares y álbumes que dejaban con un sabor agridulce a sus fans, The Smashing Pumpkins han vuelto por la puerta grande con Aghori Mhori Mei, su decimotercer álbum de estudio. Se trata de un trabajo que supone un soplo de aire fresco y una vuelta a las raíces del sonido más característico de la banda.
El retorno al núcleo duro original formado por Billy Corgan, James Iha y Jimmy Chamberlin se nota desde el primer tema, "Edin", que arranca con unas guitarras poderosas y un riff demoledor que nos transporta a los mejores momentos de la banda en los 90. Temas como "Pentagrams" o "Sighommi" continúan por esa senda de rock alternativo contundente, con ecos de metal y psicodelia. Las dinámicas de la banda suenan más cohesionadas y naturales que en anteriores entregas. Se percibe que hay una química recuperada entre Corgan, Iha y Chamberlin. Las guitarras de Iha aportan texturas y detalles que se echaban de menos, mientras que Chamberlin vuelve a demostrar por qué es uno de los baterías más destacados del rock. Corgan sigue siendo el capitán de este barco y su voz mantiene ese tono nasal tan característico. En ocasiones, la producción la sitúa demasiado al frente, dejando expuestas algunas debilidades.
Las letras siguen navegando entre lo críptico y lo poético, con constantes referencias bíblicas y esotéricas no siempre fáciles de descifrar. Pero más allá de esos detalles, el álbum funciona como un todo y ofrece una escucha ágil y directa, alejada de las indulgencias y los excesos conceptuales de trabajos anteriores como ATUM. Incluso en los momentos más pop, como "Who Goes There", se mantiene un buen nivel lírico, alejado de aquellos momentos en los que la banda de Corgan se sumergió en una oscuridad creativa que dificultaba el seguimiento de las canciones y, en consecuencia, su disfrute.
Aghori Mhori Mei es un álbum que no deja indiferente. Desde el primer tema hasta el último, la banda despliega una energía y una actitud renovadas. Temas como "War Dreams of Itself" o "999" recuperan esa faceta más heavy y progresiva de la banda, con riffs aplastantes y cambios de ritmo inesperados que recuerdan a Black Sabbath. En el otro extremo, encontramos cortes más melódicos y atmosféricos como "Pentecost", probablemente uno de los momentos más emotivos del disco, o "Goeth The Fall", que evoca el espíritu de clásicos como "1979". El cierre con "Murnau", una pieza orquestal de casi 6 minutos, es otro de los puntos álgidos. Sin embargo, el viaje no está exento de baches. En algunos momentos, las decisiones de producción son cuestionables, con una voz demasiado procesada que resta naturalidad. Algunas letras rozan lo pretencioso y lo abstruso. Y quizás se echa en falta algún single más redondo y pegadizo que haga de punta de lanza.
En definitiva, Aghori Mhori Mei es el álbum que muchos fans de The Smashing Pumpkins llevaban tiempo esperando. Una colección de canciones directas, con una base roquera sólida y una actitud renovada. Un trabajo que, sin ser redondo, devuelve a la banda a un buen nivel y hace pensar que todavía tienen cuerda para rato. No alcanza las cotas de sus obras maestras de los 90, pero supone un claro paso en la buena dirección, una reconciliación con su sonido más genuino. Quizás no convierta a los escépticos, pero sí que contentará a los fans de la vieja escuela y demuestra que, a estas alturas de su carrera, aún pueden sorprender y ofrecer material estimulante. The Smashing Pumpkins están de vuelta y, aunque el camino sea irregular, merece la pena acompañarles en el viaje. Aghori Mhori Mei no es un disco perfecto, pero sí necesario. Bienvenidos de nuevo.
El regreso de The Smashing Pumpkins, ese estruendo musical que resuena desde los 90, viene cargado de sorpresas. Su décimo tercer álbum, Aghori Mhori Mei, está a punto de salir del horno. ¿La fecha? 2 de agosto. ¿Qué más podría pedirle? Pero este es Billy Corgan, quien nos demuestra que una idea tan antigua como el abuelo que vuelves a la casa es tan vieja como el patriarca que lo creo. Corgan decide demostrar que está equivocado. No con suavizante nostalgia ni lamentos, sino mediante una carrera hacia un atardecer. Boom.
El año pasado, nos bombardearon con Atum, una ópera rock de 33 canciones. Sí, 33. Y después de semejante monstruosidad, cualquiera esperaría que la banda se tomara un respiro. Pero no, Corgan es incansable. Y aquí estamos, con solo 10 pistas en Aghori Mhori Mei, un contraste nítido y afilado con la extensión épica de su antecesor. ¿Poco es más? Quizá.
La banda encontró huecos para grabar este álbum entre giras frenéticas. ¿Una odisea? “En la escritura de este nuevo álbum, me intrigó el bien conocido axioma’ no puedes volver a casa”, comenta Corgan. «Lo he encontrado personalmente verdadero en forma, pero pensé, ¿y si lo intentamos de todos modos?» El objetivo no era volver con melancolía, sino catapultar esos métodos del pasado hacia nuevas revelaciones. ¡Wow! Cambio de guardia. El guitarrista de larga data Jeff Schroeder se fue el otoño pasado para reemplazar en vivo. Su reemplazo es, para los conciertos, Kiki Wong, una nueva chispa en el escenario. La banda salió el 29 de julio en Washington D.C., abriendo los primeros actos de la Saviors Tour de Green Day, seguida de una serie de conciertos en América Latina en noviembre. Festival al 120% de capacidad. ¿Emocionante? No, lo siguiente.
Las redes sociales estallan. El nuevo álbum fue anunciado en pleno auge de una gira internacional que acaba de cerrar su tramo europeo con más de 20 fechas. Entradas agotadas, fans eufóricos. Una energía que desborda.
Pero espera, no hay pistas de adelanto. Nada. Los fans mordiéndose las uñas. ¿Logrará The Smashing Pumpkins capturar la esencia de Siamese Dream? Corgan, siempre enigmático, siempre filosófico, parece haber encontrado en este proyecto un equilibrio entre el éxito y el fracaso. Utilizando los métodos de grabación de los años 90 como una brújula para guiar su creatividad contemporánea.
Aghori Mhori Mei no es solo un álbum. Es una declaración de intenciones. En un mundo donde la reinvención es clave, The Smashing Pumpkins demuestran que a veces, mirar atrás es el mejor camino para seguir adelante. Los seguidores de toda la vida y los nuevos oyentes están en vilo. La saga continúa.
