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Crítica: Waxahatchee - Tigers Blood

Tigers Blood de Waxahatchee ha aterrizado con la fuerza de un huracán llevando a la Americana a un nuevo nivel sonoro.

Isabel Abad
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29 de marzo de 2024
Waxahatchee Tigers Blood
Waxahatchee
Tigers Blood
29 de marzo de 2024
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En Tigers Blood, Waxahatchee, alias tras el que se muestra la genial Katie Crutchfield, continúa con la exploración sonora que comenzó en Saint Cloud. Lo hace inmersa en las vibraciones y reverberaciones del género conocido como Americana, un estilo o conjuntos de estilo complejo y que no siempre llega bien al gran público. Antes de entrar en materia es justo reconocer que el resultado de sexto álbum es deudor de la colaboración entre Crutchfield y MJ Lenderman, cuya presencia enriquece la textura general del proyecto, añadiendo capas de guitarra eléctrica que complementan a la perfección las vocales distintivas de Waxahatchee.

Desde el inicio, Tigers Blood se deja ver como una obra que profundiza en los matices de las relaciones humanas, en el autoescrutinio y en la sobriedad, temáticas que Crutchfield aborda con una honestidad descarnada y una perspicacia lírica. La apertura con "3 Sisters" introduce de inmediato esta dualidad, mezclando vulnerabilidad y una firmeza cautivadora en la entrega, mientras que temas como "Right Back to It" celebran la resiliencia de las relaciones a largo plazo, incluso en medio de la incertidumbre. El contraste es sin duda una de las fortalizas de este disco.

Pero además, Lenderman no solo aporta su habilidad en la guitarra a lo largo del álbum, sino que también se une a Waxahatchee en armonías vocales que evocan comparaciones con dúos emblemáticos del country y el folk, añadiendo una profundidad emocional que resalta en temas clave dentro de Tigers Blood como "Bored" y "Evil Spawn". Esta simbiosis vocal marca a fuego lo que es Tigers Blood, que no es solamente una continuación del citado Saint Cloud, sino que se constituye como una expansión del universo sonoro de Waxahatchee, manteniendo al mismo tiempo una cohesión artística impresionante.

Crutchfield se adentra en reflexiones sobre la vida y la muerte, el amor y la pérdida, utilizando su sobriedad como lente a través de la cual examina estas experiencias universales con una claridad desarmante. "365", por ejemplo, es un testimonio conmovedor de la lucha contra la adicción, tanto personal como observada en seres queridos, presentando una balada acústica que destaca dentro del repertorio del álbum por su intensidad emotiva.

A lo largo de Tigers Blood, Crutchfield demuestra una habilidad innata para capturar la complejidad de las emociones humanas, alternando entre la introspección y la celebración, el descontento y la aceptación. Canciones como "Lone Star Lake" y "The Wolves" ofrecen momentos de contemplación serena, mientras que "Ice Cold" y "Evil Spawn" muestran una energía más cruda y directa, evidenciando la diversidad estilística que Crutchfield maneja con maestría.

Dada su complejidad, Tigers Blood es un disco que seguramente mejore con las escuchas, por lo que su puntuación hay que ponerla en cuarentena (más si cabe). Desde luego, en el peor de los casos, estamos ante un sólido notable, lo cual ya es decir. Así, este álbum no solo consolida la evolución de Waxahatchee hacia sonidos más refinados y temáticas maduras, sino que también celebra la riqueza de la Americana como género, abrazando sus raíces mientras explora nuevas direcciones. Tigers Blood se ha presentado como una obra introspectiva y a la vez expansiva, donde cada canción contribuye a un diálogo mayor sobre la vida, el arte y la búsqueda de significado en medio de la transitoriedad.

En resumen, Tigers Blood es como poco una adición notable a la discografía de Waxahatchee, que logra ser a la vez una meditación profunda sobre aspectos personales de la vida de Crutchfield y una exploración universal de emociones y experiencias que resuenan con un amplio espectro de oyentes. Su habilidad para entrelazar lo personal con lo universal, lo íntimo con lo expansivo, se destaca como una de las grandes fortalezas de este álbum, asegurando su lugar no solo dentro del canon del Americana moderno, sino también como una obra significativa en el panorama musical más amplio.

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